Batallas, putas batallas personales
En honor a Don Eduardo Porras.
Carlos Cobo
9/7/20232 min read
Que pasa queridos pocos lectores, ¿cómo os trata la vida?
Hoy estoy harto. Harto de toda esta mierda que llamamos "batallas personales".¿Por qué demonios estoy aquí sentado, frente a la pantalla, escribiendo sobre esto?
Me da que por alguna jodida razón, estamos atrapados en esta montaña rusa emocional llamada vida. La vida, “amigos” míos, es una serie interminable de batallas.
¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras luchando una batalla que nadie más puede ver?
Por suerte son batallas que no peleamos con espadas y escudos, personalmente estaría aún más jodido, no me veo con fuerzas como para levantar una espada con un brazo y un escudo con el otro, siempre he creído que la mejor opción en una batalla es hacerse el muerto, algunos lo llamarán cobardía, otros, el acto más inteligente si amas vivir, en mi caso lo llamo ahorrar energía para sucesos más trascendentales.
Bueno, a lo que vamos, me refiero a las batallas con nuestras almas desgarradas y nuestras mentes atormentadas. Cada uno de nosotros lleva a sus espaldas un peso invisible, una carga que nadie más puede ver ni entender. En este mundo las batallas personales son como esas películas olvidadas en el fondo de la videoteca: nadie las ve, pero siguen ahí, grabadas en nuestra piel y en nuestra alma.
Las batallas personales son el pan de cada día, el veneno que bebemos en pequeños sorbos mientras tratamos de mantener una sonrisa en el rostro.
Son esas voces que susurran en la oscuridad de la noche, recordándonos todas las veces que hemos fallado, todas las veces que hemos sido heridos, todas las veces que hemos sido traicionados. Son como una orquesta de autocompasión, tocando una sinfonía de autodesprecio en tu cabeza.
No importa cuánto intentes esconderlas, ignorarlas o ahogarlas en alcohol, siempre estarán ahí, esperando atraparte entre sus brazos. Puedes pensar que estás ganando terreno, avanzando en la vida, pero en cualquier momento, esas malditas pueden resurgir.
Y entonces, me hago la siguiente pregunta, ¿qué hacemos con todas estas batallas personales que llevamos a cuestas?
Algunos las ocultarán detrás de una máscara, como si el mundo pudiera ser engañado por una falsa fachada. Otros, las ahogarán en alcohol, en sustancias, en relaciones destructivas que solo empeoran las cosas. Y luego están los que aceptarán la mierda que llevan consigo. Aceptarán sus inseguridades, sus miedos, sus fracasos.
Acepta de una puta vez que eres imperfecto, que cometes errores, que a veces te sientes como una completa basura. Porque adivina qué, todos nos sentimos así en algún momento u otro. No eres especial ni en las desgracias.
Ahora bien, una vez que aceptes tus batallas, una vez que te enfrentes a ellas con valentía, podrás empezar a tomar el control. No dejes que esas voces te definan. No dejes que tus miedos te paralicen. En lugar de eso, usa esa mierda como combustible. Convierte tus batallas en tu motivación para avanzar.
La vida es una comedia absurda, una farsa, y normalmente la mejor manera de enfrentar tus batallas personales es con una buena dosis de sarcasmo, humor y un buen polvo que resucite a un muerto. Ríete de ti mismo, ríete de las adversidades, ríete de las expectativas absurdas que la sociedad te impone. Porque, al final del día, ¿qué es la vida sino un gran chiste cósmico?
Con afecto, Carlos Cobo.