La conquista
Máscaras, un poco de verdad y una cama vacía
Carlos Cobo
12/30/20232 min read
Sábado 30 de Diciembre del 2023, café, ordenador y una cama vacía. He tenido mañanas mejores y alguna que otra vez en mejor compañía. Me he despertado con la sensación de tener algo que escribir sobre la conquista entre animales de dos piernas.
Una danza sutil disfrazada de cortejo humano, un circo emocional de proporciones inciertas y desconcertantes. Les aseguro que no hay obra de teatro mejor, reúne vanidades, ansiedades y no pueden faltar las estrategias disfrazadas de interés genuino. Te acuestas con el tío más interesante del mundo y te levantas con su primo lejano. La conquista es un equilibrio entre lo que se revela y lo que se oculta, un juego donde los protagonistas intentan desentrañar los misterios del otro mientras protegen sus propias vulnerabilidades.
Las máscaras, bendito atuendo para esconder la perfecta imperfección propia de los mortales. Debe de ser que en distancias cortas y al principio es preferible mostrar al desconocido que escondes en el bolsillo. Ese desconocido de sonrisa forzada y cumplidos exagerados que termina utilizando toda esta bazofia como moneda corriente.
Cada actor interpreta un papel meticulosamente ensayado para agradar al otro, quedando la autenticidad relegada a un rincón oscuro del camerino.
El lenguaje se convierte en un laberinto de ambigüedades. Las palabras se deslizan suavemente, cargadas de dobles intenciones y metáforas. Las frases cuidadosamente escogidas buscan seducir sin comprometer, mientras que las verdades incómodas son enterradas bajo capas de halagos y evasivas. Las promesas susurradas en el oído son como piezas de ajedrez, movimientos calculados para ganar terreno sin revelar demasiado.
Detrás de esa apariencia de interés desinteresado, se agita el deseo de conquista, esa necesidad humana de ser aceptado, deseado y validado por el otro. Es un pulso entre la vulnerabilidad y el poder, donde cada gesto, cada palabra, es un intento de mantener el control sin mostrar las cartas demasiado pronto.
El sarcasmo se vuelve el compañero fiel en este juego. Las risas se convierten en un velo para ocultar la incertidumbre, las ironías en un escudo para protegerse del rechazo. La conquista se viste de un humor mordaz que busca desarmar al otro mientras mantiene la propia fachada.
Sin embargo, en medio de este circo también hay destellos de verdad. Verdad se esconde en la necesidad de conexión, en el anhelo crudo de compañía y validación, en la fragilidad humana que se expone en medio de la simulación, en los momentos de honestidad accidental que contradicen la estrategia de conquista. En el conflicto entre la carne y el alma, en las contradicciones internas que se revelan en esos momentos de interacción.
Al final de cuentas solo busco algo auténtico en medio de un juego de artificio
Atentamente, Carlos Cobo