La pija que follaba bien
No se dice Don periñooon, se dice Dom perignon
Carlos Cobo
5/2/20252 min read
Este post no va a ser excesivamente largo, no es cuestión de hacer una oda al sexo con la pija.
Era pija, pija como la foto de familia en la portada de ¡Hola!. Pija de verdad, de hecho, cuentan las malas lenguas que nació oliendo a crema La Mer y que aprendió a decir “Dom Perignon” antes que “papá”. Colegio de monjas, vacaciones en Saint-Tropez y los domingos desayunaba tortilla francesa en un hotel de Chueca. Era la perfecta estampa de la alta estirpe: risa controlada, piernas bronceadas y un vocabulario apropiado.
Pero nada de esto importa lo suficiente, aquí, lo importante, es lo que ocultaba bajo esa piel de porcelana y esos modales de reina inglesa.
Nadie, salvo los que cruzaban sus sábanas, eran conocedores de la verdad: hacía el amor como hacen la guerra los dioses antiguos. Con furia, con hambre, con esa mezcla extraña de crueldad y devoción, ya saben, como el que quiere vencer y ser vencido al mismo tiempo.
Es cuestión de elegancia amigos, te entraba suave, delicadamente y cuando te querías dar cuenta, ya estabas enredado en una pelea cuerpo a cuerpo donde ella mandaba.
No hablo de pornografía barata, hablo de energía. Todo era una cuestión de energía.
De algo antiguo, de algo que quemaba, de algo sagrado.
Esperen, necesito hacer un inciso, me estoy meando, ahora vuelvo.
La pija tenía un don: sabía exactamente cómo querías que te follarán. Y lo hacía con la mayor de las dedicaciones. Un día suave como la seda y otro, con los ojos bañados en sangre y una risa cruel en la cara.
Si hablamos de miradas, la suya era diferente, te miraba como si fueras su presa, no su amante.
La pija no avisaba. Podía estarte hablando de lo poco que le gustaba la gente vulgar, y de pronto, te tenía sometido en la cama con tu polla entre sus labios, mirándote a los ojos como si quisiera destrozarte el alma.
Era así. Clase por fuera. Furia por dentro.
Ahí estaba la pija: la “monísima”, la “niña de buenos modales”, la “perfecta para presentarla a mamá”.
Nadie imaginaba cómo se mordía el labio después de bañártela en saliva.
La pija…
Demasiado perfecta para la vida real.
Demasiado real para ser olvidada
P.D: Nunca desaprovechen la oportunidad de follar con una pija, te invita a desayunar al día siguiente.
Atentamente, Carlos Cobo