Libertad, libertad, libertad
Un concepto diabólico
Carlos Cobo
8/10/20232 min read
Hoy estoy de antojo, me apetece escribir sobre la libertad y las luchas internas que genera.De origen soy un tipo profundo de cojones, inconformista, con límites evidentes debido a mi falta de capacidades, pero eso no me impide tener ese pequeño grado de inconformismo.
Me apetece empezar a escribir sobre la tan famosa libertad de expresión. Un tema que me toca especialmente los cojones y me los toca porque la libertad de expresión es tremendamente relativa ya que eres libre de expresarte a tu antojo siempre y cuando no ofendas. Ese guante de terciopelo que la sociedad te ofrece para luego quitártelo y golpearte con él. Vamos, un cuento chino en toda regla. Puedes decir lo que quieras mientras no se te ocurra tocar temas incómodos o vayas en contra de la corriente dominante. Si por alguna razón cuestionas el sistema, prepárate para ser silenciado o tildado con alguna etiqueta de estas que están tan de moda y que utilizan con demasiada facilidad y sin ningún tipo de remordimiento.
La libertad de expresión es para aquellos que tienen algo que decir. Los demás solo tienen libertad para babear.
Son las 12 del mediodía, estoy dando un sorbo a una taza de café y de vez en cuando voy dando pequeños mordiscos a una tostada de jamón serrano comprado en el Mercadona, bueno, jamón que sabe más a plástico que a jamón, me siento especialmente reflexivo a día de hoy.
Miro a mi alrededor y solo veo personas que trabajan en empleos que odian para pagar facturas que no entienden, la cantidad de personas que sueñan con la jubilación para poder alcanzar la tan escurridiza libertad, una jubilación que podría llegar cuando tengan 80 años, vamos, cuando falten más dientes que sueños. Ser una ovejita nunca antes había estado tan bien visto.
Por no hablar de la elección, ese arma de doble filo que parece ser el cimiento de la libertad.¿Puede la elección ser genuina si nuestras opciones están limitadas por nuestro entorno, nuestra educación y nuestras circunstancias? o, ¿no es la elección simplemente un menú de ilusiones donde las opciones se presentan como diferentes sabores de la misma poción amarga?
La verdadera libertad, está en la habilidad de cuestionar el menú mismo, de escarbar en nuestras preferencias y deseos para descubrir si realmente son nuestros o simplemente reflejos de una sociedad que nos ha enseñado qué deberíamos desear. Me temo, que la verdadera libertad no es andar por ahí con las manos al viento, sino cuestionar tus deseos y necesidades, en lugar de dejarte llevar por ellos como un perrito obediente que va tras su dueño.
La libertad también encuentra su espejo deformado en el tiempo. ¿Puede existir la libertad sin el pasado que nos moldea y el futuro que nos llama? ¿O estamos atrapados en una especie de prisión temporal, donde nuestras elecciones son limitadas por las cadenas del pasado y las sombras del futuro?
Al final la libertad no es el destino final, es más bien un proceso en constante evolución.
La libertad, es el humo que se escapa entre los dedos cuando intentamos aferrarla. La verdadera libertad, si existe, quizás resida en el acto mismo de cuestionar, en la valentía de mirar más allá de las apariencias y en la disposición de aceptar la incertidumbre como el combustible de la búsqueda constante. La libertad es el espacio entre las barras de una jaula que has construido tú mismo. Y en ese espacio, en esa intersección entre cuestionamiento y reflexión, quizás podamos vislumbrar algo que se asemeje a la libertad verdadera y, al mismo tiempo, profundamente humana.
Con afecto, Carlos Cobo.