Madrid, la capital del infierno

Un homenaje a la soledad

Carlos Cobo

7/25/20231 min read

Madrid, 38 grados en el infierno, el sol golpea como un puño implacable. Las aceras arden bajo nuestros pies, y el asfalto se convierte en una alfombra pegajosa y despiadada. La gente deambula por las calles buscando refugio en sombras inexistentes. Pero incluso las sombras huyen, cuando el infierno llega.

Intento escribir algo de lo que sentirme orgulloso, un poema o cuatro frases bien estructuradas. Lo intento, de verdad, pero el calor me está plantando cara, me lo está poniendo difícil, todo lo que hay sobre la mesa se me pega al cuerpo, parezco un puto imán. No hay tregua para el maldito.

Hoy, un día como otro cualquiera del mes de Julio me he levantado con ganas de escribir un poema a la soledad. No creo que se le pueda dar mayor homenaje a la soledad. Espero con ansia el día que una mujer me dedique unas palabras.

Y aquí estoy, buscando refugio en un pequeño rincón oscuro, tratando de encontrar equilibrio entre la inspiración y la asfixia. Mis dedos golpean con apatía las teclas del ordenador, intento dar forma a mis pensamientos, escribir algo crudo, descarnado.

Por aquí dejo el resultado de la mezcla de la inspiración y la asfixia:

Poema a la soledad

Siempre fue una compañera insaciable,

nunca se ausentó,

junto a la botella de vino, mis fieles confidentes.

La noche avanza lentamente y ella me susurra secretos al oído,

que yo plasmo con tinta en el papel,

con mucho dolor, pero con todo mi ser.

La soledad es una amante fría que da abrazos cálidos

en los que encontrar consuelo.

La soledad es mitad musa, mitad maldición.

En la soledad, mi espíritu encuentra libertad.

Soy el vagabundo de las emociones sin dueño,

un alma solitaria, eternamente inquietante y errante.


Poco más puedo decir, la poesía, si es que a esto se le puede llamar poesía, siempre me ha seducido con su encanto, pero cuando he intentado escribir unos versos, termina escupiéndome en la cara. Debe de ser que no le gusta mi escritura.

Hubo una época en la que me apetecía ser poeta, pero eso forma parte del pasado, ahora mismo solo quiero largarme de aquí y desearle suerte al siguiente que venga a intentarlo .

Con afecto, Carlos Cobo.