Miradas que te devuelven a la vida

Miradas...

Carlos Cobo

12/26/20232 min read

El mundo va demasiado rápido, he perdido la capacidad de parar el tiempo, ahora confío en las miradas ajenas para detener las horas. La mirada de una mujer puede ser el universo entero. Queda solo rendirse ante esas mujeres que te clavan la pupila como si quisieran arrancarte el alma a mordiscos, mujeres que resucitan tu existencia de entre el aburrimiento y la rutina.

Me mira fijamente, es inevitable, en ocasiones la vergüenza me consume y aparto la mirada temeroso de que mi ser sea devorado sin piedad y mis entrañas arrancadas sin contemplación. Es en la vergüenza de apartar la vista donde me vuelvo a sentir vivo, agitado, con el corazón acelerado, se me reseca la boca, empieza la batalla entre lo que quiero decir y lo que termino diciendo, estoy volviendo de entre los muertos. Sí, hay miradas que resucitan.

Nunca dejes escapar a una mujer que mira fijamente a los ojos. No huyas del vendaval de emociones, no cierres un libro abierto sin antes leerlo, abre el baúl, los secretos están para ser descubiertos, tanto los tuyos como los suyos.

No es tarea sencilla encontrarse con una mujer de estas características, y aún es más difícil mantenerla en tu vida, no son para los débiles ni para los que deciden esconderse. Toma tu alma, ponla en una bandeja de plata y ofrécesela, nadie mejor que ella para tener las llaves de tu fortaleza. Hay una pasión que emana de esos ojos, una fogosidad que podría incendiar el mundo entero si así lo desearan. No se trata de un vistazo casual, es un desafío, un reto directo al corazón. Te observan como si quisieran desnudar tus pensamientos, como si estuvieran dispuestas a recorrer cada recoveco de tu ser sin decir una sola palabra. El tiempo se para y yo vuelvo a sentir que la vida tiene sentido.

A veces me pregunto si son conscientes del poder que yace en su mirada.

¿Sabrán que con un solo gesto pueden encender la llama de la esperanza en un alma desgastada por la monotonía?

Pueden ser faros en la oscuridad, guías en un laberinto emocional, capaces de desencadenar revoluciones.

Son seres libres, espíritus indomables que eligen a quién dejar entrar en su mundo. Aquellos que logran adentrarse en su universo descubren la intensidad de emociones que se agita en cada centímetro de su ser. La pasión fluye en cada mirada, en cada gesto, en cada silencio elocuente.

Ahora bien, cuidado, porque su mirada también puede ser un torbellino que arrastre todo, dejando solo cenizas a su paso. No son mujeres de medias tintas, no conocen el término medio. O te arrastran hacia la profundidad de su ser o te dejan en la orilla, con el corazón en la mano y la mente hecha un enredo. Jamás un enredo me gustó tanto.

Hay algo en ellas que suscita la esperanza, un destello de luz en medio de la tormenta. Son como ese amanecer después de una larga noche oscura, como el primer sorbo de café caliente que te despierta por completo.Quizás sea su determinación lo que me atrae y cautiva. O tal vez sea la vulnerabilidad que asoma entre líneas, esa fragilidad oculta bajo capas de fortaleza.Es en ese instante en el que la tormenta te atrapa que encuentro un atisbo de redención, una chispa de humanidad que me recuerda que en medio del caos existen seres capaces de encender la llama de la esperanza.

Fue entonces cuando su mirada se posó sobre mí. Una mujer de ojos oscuros, profundos, de esos que parecen guardar el secreto de la vida, esa mujer me hizo entender que una conexión visual puede transformarlo todo. Como un cataclismo que sacude hasta los cimientos más profundos. Ahora, soy creyente.

Con afecto Carlos Cobo