Occidente: La Dictadura de la Hipocresía Moralista

Que les den por culo.

Carlos Cobo

8/30/20244 min read

Occidente, la cuna de la democracia y los derechos humanos. Que manera tan especial tienen de vendernos día tras día su basura envuelta en papel dorado. Cuando pienso en Occidente, me vienen a la mente Los Justicieros en versión low cost.

Estaba leyendo ¨El Loco, lagrimas y sonrisas¨ de Gibrán Jalil Gibrán, libro que recomiendo encarecidamente y he tenido que posponer la lectura para escribir sobre la indecente moral de Occidente. Uno no puede resistirse a sus deseos, soy débil.

Han pasado meses, evidentemente ha dejado de ser noticia, el clickbait es otro ahora mismo, pero que puta ironía que es la ¨solución de dos estados¨ en el conflicto Israelí- palestino. Percibo la cantinela constante como si fuera una fórmula mágica, una especie de brujería que solucionará décadas de opresión y genocidio. Pero la mejor parte de la película reside detrás de esas palabras vacías, cuando uno se da cuenta que parte de las armas que utiliza el Estado Israelí, vienen de países de Occidente. Ya saben, las vidas palestinas no valen nada frente al derecho de Israel a ¨defenderse¨.

¿La invasión rusa de Ucrania? Si te cuesta conciliar el sueño, este tema es mejor solución que contar ovejas, el problema es que seguramente tengas pesadillas. En un abrir y cerrar de ojos, Estados Unidos y sus putitas Europeas enviaron miles de millones de dólares en ayuda militar a Ucrania. Pero, ¿dónde estaba esa misma rapidez cuando otros países fueron destrozados por guerras y ocupaciones igual de injustas? ¿Dónde estaba esa solidaridad cuando Irak fue pulverizado, cuando Libia se convirtió en un infierno, o cuando Siria se desangraba? Ah, claro, es que a estos casos es mejor denominarlos como “intereses estratégicos”. Occidente se moviliza solo cuando hay algo que ganar, y la moralidad se convierte en una herramienta que usan a conveniencia para justificar sus crímenes.

Voy a meterme en el lodo, en el tema del terrorismo. Un grupo de uigures separatistas, en concreto del partido islámico de Turquestán, un movimiento formado por cuatro gatos, pero un movimiento bastante oscuro vinculado al Estado islámico de Irak y Siria reivindica una serie de atentados, uno de ellos en una estación de tren en China, los medios occidentales se negaron a llamarlo terrorismo. Pero cuando un hijo de puta en Europa se lanza a apuñalar gente, ahí están los titulares, llenos de miedo y odio, clamando por más medidas de seguridad y, por supuesto, más guerras en el extranjero. Es la misma mierda de siempre: si no es en suelo occidental, no importa. Si no son sus ciudadanos los que mueren, no es terrorismo. Por cierto, es tremendo lo que está haciendo la dictadura china con los uigures, enviarlos a centro de reeducación por simplemente tener una religión y una forma de vida diferente a la china. Se nos está quedando bonito el mundo.

Derechos humanos, blablablabla… Estados Unidos, ese faro de la libertad, no ha tenido reparos en apoyar durante años a dictadores brutales en todo el mundo, siempre y cuando esos hijos de puta mantengan el orden y sigan el guion que Washington les dicta. Desde Arabia Saudita, donde las mujeres son tratadas peor que animales, hasta Egipto, donde las prisiones están llenas de disidentes políticos, Estados Unidos y la gran mayoría de países Europeos han sido cómplices en la represión, el asesinato y la tortura. Pero cuando un país con el que no tienen buenas relaciones se atreve a hacer lo mismo, ahí están, dándose golpes de pecho, imponiendo sanciones, y preparando la próxima invasión en nombre de la libertad. A estos hay que invitarlos a comer los domingos para que no se enfaden.

¿Y qué pasa con la libertad de expresión? Los mismos países que se jactan de su tolerancia y apertura luego son los que censuran a sus propios ciudadanos cuando se atreven a decir algo que no les gusta. Solo hay que ver cómo los periodistas que denuncian los crímenes de guerra de sus gobiernos son perseguidos y encarcelados. Julian Assange, el hombre que expuso las mentiras de las guerras de Irak y Afganistán, y que hasta hace poco se pudría en una celda. Su crimen, sacar a la luz las verdades. Y no hay mayor pecado que desnudar la hipocresía del sistema.

Y, por si fuera poco, ahí tenemos el reciente caso de Pavel Durov, el fundador de Telegram, un tipo que ha tenido las pelotas de resistir las presiones de gobiernos opresivos, negándose a entregar datos de sus usuarios a dictadores como Putin. Pero cuando el tipo pone un pie en París, de repente es arrestado y sometido a un interrogatorio de 96 horas, con acusaciones que van desde el fraude hasta el terrorismo. Todo esto, por supuesto, mientras los franceses se llenan la boca hablando de libertad de expresión y derechos digitales. Pero cuando se trata de alguien que no quiere jugar al tenis con Occidente, la “justicia” se convierte en una herramienta para silenciar y reprimir.

Esta doble moral no es un error, no es una contradicción accidental. Es la base sobre la que se asienta todo el maldito¨imperio¨ occidental. La democracia, los derechos humanos, la libertad... son solo herramientas que usan para disfrazar sus verdaderas intenciones, para justificar sus crímenes, para seguir manteniendo su poder sobre el mundo.

Desde aquí les digo, que se metan su moralidad por donde les quepa. No necesitamos que nos digan qué hacer, qué pensar, cómo vivir nuestras vidas. Occidente es el peor de los verdugos. Y ya es hora de cortarle las alas antes de que nos lleve a todos al puto infierno.

Atentamente, Carlos Cobo.