Putas, una manzana y la gran estafa del feminismo progre
En este país es realmente complicado aburrirse
Carlos Cobo
3/1/20254 min read
Lo primero, mostrar mi apoyo a la prostituta que contrató el Torrente de la política española, Ábalos.
Querida Jésica, hay que tener mucha necesidad para pasarse por la piedra a este ser tan asqueroso. Estoy contigo hermana, si lees este post de mierda, puedes contactarme, estaré encantado de reunirme contigo para “hablar”.
Son las 3 de la mañana, no puedo pegar ojo, me he desvelado, debe de ser que tengo la conciencia más sucia que los bajos de un coche. Tengo hambre, me estoy comiendo una manzana, Fuji creo que se llama la variedad.
Las calles están vacías, pero siempre nos quedará el eco de una farsa. El “hermana, yo sí te creo” se ha comido a sus hijos y los ha escupido en la plaza central. Al final va a ser verdad que no hay peor enemigo para una mujer que un grupo de personas vestidas de morado defendiendo una causa por la mañana y limpiándose las zonas nobles con dicha causa por la noche.
El feminismo no es suyo. No les pertenece. Lo han utilizado como una estrategia de marketing, como un producto que pueden explotar hasta que ya no les sirva. Pero la realidad siempre termina saliendo a la luz. Y lo que estamos viendo ahora es solo el principio.
Recuerden hijos míos, no hay feminismo en Podemos, simplemente hay marketing, oportunismo del bueno. Esta calaña hace un uso burdo y repugnante del dolor ajeno para ganar votos.
¿Cuántas veces hemos escuchado sus discursos sobre el “patriarcado opresor”, sobre los “machistas con poder”? Y ahora que los machistas con poder visten de color morado, resulta que hay que tener “cautela”, que hay que “esperar a la justicia”. Ahora el feminismo se convierte en relativismo moral cuando el acusado es uno de los suyos. Podemos, la secta donde se exige fidelidad ciega, donde las mujeres que denuncian a los suyos son silenciadas con la misma técnica que usaban los curas en los colegios religiosos. Los curas encubrían a los pedófilos, la izquierda encubre a sus machistas. Y mientras tanto, las mujeres que realmente creyeron en esta lucha, quedan como idiotas, usadas y tiradas a la basura.
Al final del día, es la misma mierda pero de diferente culo.
Juan Carlos Monedero, el ideólogo, el profesor, el que habla con aires de iluminado. Iñigo Errejón, el niño prodigio de la política progresista que se fue de la política como una ratita escapando de un barco que se hunde. Estos tipos, los más feministas, los tipos que vendieron la igualdad como si la hubieran inventado ellos, han resultado ser dos más en la larga lista de hipócritas que se han aprovechado del movimiento.
¿Dónde está ahora la turba feminista que exigía dimisiones cuando el acusado era un político rival o una persona contraria a su ideología? ¿Dónde están las pancartas? ¿Dónde está el grito de “basta ya”? Silencio. Solo un silencio incómodo que se disfraza de comunicados vacíos y excusas de mierda. Se os ve el plumero.
Resulta que los que iban a acabar con el machismo son los mismos que lo perpetúan. Los que venían a “proteger a las mujeres” han terminado tapando agresiones, encubriendo a sus propios monstruos con un pacto de silencio más digno de la mafia siciliana que de una formación política.
“Mejor que nadie se entere, que la causa es más importante que las víctimas”. Ese ha sido siempre el lema de la izquierda cuando se mira en el espejo y descubre que no es tan diferente a la escoria que dice combatir. Ni falta les hace llegar a tener poder para ser asquerosos, viene de serie. No son diferentes. Nunca lo han sido.
Para un servidor, la clave de todo este circo reside en las palabras. Han convertido el feminismo en un diccionario de términos huecos, en un festival de neologismos, en un lenguaje paralelo que solo elles entienden. Y mientras discuten sobre “violencias estructurales” y “heteropatriarcado normativo”, los depredadores siguen ahí dentro, bien protegidos, bien resguardados. Solo les preocupa mantener el relato.
Porque sí, esto es un negocio. Uno multimillonario, pagado con dinero público, sostenido con discursos prefabricados y manipulación emocional. Nos lo han vendido como lucha social, como progreso, como revolución. Pero es un negocio como cualquier otro. Estos tiburones son insaciables, no van a dudar ni un segundo en despedazarte con tal de seguir comiendo del pastel.
Una cosa os digo, van a seguir buscando la manera de mantenerse en el juego. Lo harán con otro discurso, con otra narrativa, con otra estrategia. Quizá se refugien en un feminismo aún más radical, aún más excluyente, aún más sectario. Quizá intenten cambiar de piel, presentarse como las víctimas de una conspiración patriarcal. Lo que sea. Cualquier cosa antes de admitir la verdad.
Y la verdad es esta: LA IZQUIERDA “PROGRESISTA” HA MUERTO. No porque un soplapollas como yo lo diga. Ha fracasado porque sus propios actos la han condenado. Porque cuando llegó la hora de demostrar con hechos lo que tanto predicaban con palabras, fallaron. No estuvieron a la altura. Mostraron su verdadero rostro. Y ese rostro no es el de la justicia, ni el de la igualdad, ni el de la lucha social. Es el rostro de la misma miseria de siempre, pero con otro disfraz.
Estoy deseando que llegue el 8 de Marzo y ver en primera línea a toda esa turba hacerse dueña del movimiento. He comprado palomitas, espero que no me defrauden.
Pd: El demonio no viste de Prada, viste de morado.
Un saludo, Carlos Cobo