Ruido, mamada y una mente inquieta
Marilyn Manson me genera curiosidad
Carlos Cobo
1/20/20242 min read
Alguna que otra vez me imagino a Marilyn Manson sin sus costillas flotantes haciéndose felaciones. Un tipo con una visión futurista.
Bueno, a lo que vamos, siempre me ha costado aguantarme, no suelo tener mucha paciencia, hoy es uno de esos días que me ataría unas buenas rocas pesadas a los pies y me lanzaría al mar, se avecinan curvas en el día de hoy. Mejor me quedo en casa.
Tengo la necesidad de buscar momentos de paz mental, en mi caso encontrarlos es como tropezar con un tesoro escondido en un vertedero de basura.
Soy parte de una sociedad que venera el ruido, la verborrea incesante y la sobreestimulación constante. Tengo la sensación de que estamos en una búsqueda frenética de placeres fugaces y distracciones triviales, a menudo pasamos por alto la belleza simple y poderosa que se oculta en los momentos de serenidad, cuando el silencio se hace dueño y señor del momento.
La gente teme los silencios como si fueran una enfermedad, pero justo en ellos es donde no hay espacio para la mentira, la vanidad o la falsedad.
Es en ese vacío donde uno se enfrenta a la verdad desnuda, no hay máscaras, no hay distracciones.
Imaginen un instante en el que el bullicio del mundo se desvanece, y solo se escucha el suave susurro del viento y la respiración tranquila de la existencia. Este es el refugio de la paz mental, un lugar que todos necesitamos desesperadamente.
La belleza de la paz mental reside en su sencillez.
No es necesario buscarla más allá de uno mismo, puedes encontrarla en un rincón de tu mente, cuando te permitas quitarte la ropa de preocupaciones y compromisos. En ese jodido momento, el silencio se convierte en un compañero leal, revelando la esencia real de tu ser.
La sociedad nos ha jodido el cerebro haciéndonos creer que debemos estar ocupados todo el tiempo para ser valiosos. Pero, conocidos míos, la verdadera valía reside en la calidad de nuestra existencia, no en la cantidad de tareas realizadas.
Y justo ahora, se hace el silencio y solo escucho ese murmullo del aire, la belleza se abre paso, todo cobra sentido y a la vez, todo lo pierde. Es como si el universo te lanzara un puñetazo de realidad y te susurrara al oído: "Esto es lo que realmente importa, idiota".
Que bonito suena, pero para qué engañarnos, escucho obras desde las 8 de la mañana y mi mente está inquieta desde hace 365 días, los días que alcanzo a recordar, seguramente sean muchos más, la paz mental es lo último que espero en el día de hoy, de hecho el murmullo del aire se ha convertido en un completo desconocido y el silencio está de vacaciones, espero, que esté adueñándose del momento de un necesitado.
Y con esto y un bizcocho me voy a por una copa de whisky. Volver al ruido nunca fue tan doloroso.
Atentamente, Carlos Cobo.