"Un tuit hoy, una guillotina mañana: Así te cancela el mundo"

La cancelación del pensamiento propio

Carlos Cobo

9/19/20242 min read

La ¨cultura de la cancelación¨, el nuevo censor moralista del Siglo XXI. El movimiento que ha degenerado en un espectáculo medieval donde cualquiera que no baile al son de la narrativa dominante es colgado en la plaza pública virtual. ¿Cometiste el pecado de pensar diferente? ¡Al infierno contigo cabrón!

Es una especie de sueño cachondo de los inquisidores modernos: ya no se necesita quemar brujas, las masas lo harán por ti, con linchamientos de 125 caracteres en nombre de una estupidez llamada “la justicia social”.

¿Desde cuándo expresar una opinión incómoda te convierte en enemigo público número uno? Imagino que desde que hemos dado espacio a tanta estupidez.

El gran problema de la cancelación es que no se trata de educar, sino de destruir. No les interesa que la persona a la que apuntan reflexione, en caso de que lo quiera hacer. No, lo que quieren es verlo arder, que su vida se desmorone mientras conviven con su falsa superioridad moral. Esto no es más que una versión barata y cobarde de la censura.

Cada vez es más común ver como las personas se someten, será, que es más fácil cancelar o callar que pensar.

Si alguien dice algo que no te gusta, no lo rebates, lo cancelas. Así funciona esta nueva “moral”. ¿Que no te gusta lo que alguien opina sobre los roles de género? ¡Cancélalo! ¿Que su visión política no encaja con la tuya? ¡A la hoguera! Y ni hablemos de esos tweets que escribiste hace diez años. Hoy, te condenan, aunque ya no seas la misma persona.

Lo más grotesco de todo es la falsa pretensión de progreso. Se autojustifican diciendo que están luchando por los derechos de los marginados, cuando en realidad lo único que están logrando es aplastar cualquier atisbo de debate. Porque claro, es mucho más sencillo acallar a quienes no están de acuerdo con tus dogmas que confrontar el hecho de que el mundo no es blanco y negro.

La cultura de la cancelación es lo más antiintelectual que existe. Es el equivalente moderno a quemar libros. Cuando realmente te interesa cambiar algo, no lo cancelas, lo enfrentas con argumentos de peso, con hechos.

¿Alguna vez te has preguntado por qué la cancelación es tan efectiva? Porque el miedo a ser “el siguiente” paraliza. Nadie quiere ser el que caiga en desgracia por opinar algo que no sea aprobado por el tribunal digital. Hoy no necesitas ser un monstruo para ser cancelado. Basta con un chiste de mal gusto o con una opinión política incómoda. Y no importa cuántas disculpas pidas, no hay redención. La cancelación es el único castigo en esta era de la sobreexposición: implacable y permanente. Ni siquiera importa si lo que dijiste fue hace una década, si ya cambiaste, si has aprendido. Lo único que importa es que te corten la cabeza en público.

La libertad de expresión no es bonita ni cómoda, y nunca lo fue. Es molesta, irritante, porque implica escuchar cosas que no queremos oír. Pero es esencial. Y si seguimos permitiendo que esta horda digital dicte lo que se puede y no se puede decir, nos dirigimos directamente a un futuro en el que pensar diferente será un crimen. Y lo más triste es que ya estamos a mitad de camino.

Así que antes de convertirte en un puto cenutrio cabeza hueca, intenta pensar, te doy mi palabra de que no enfermarás por ello

Atentamente, Carlos Cobo.